Dejamos atrás un año complicado, un año diferente. Un 2020 para reflexionar sobre muchas cosas y que nos ha hecho pensar en nuestros límites como personas y como sociedad. Y aún más, nos ha obligado a hacer las cosas de forma diferente, y no dentro de diez o veinte años, sino de manera inmediata. Lo que en 2019 aún eran planes y hojas de ruta, en 2020 se han convertido en evidencias aceleradas, y en preocupaciones cada vez más urgentes.
No obstante, en contraposición con lo que venimos leyendo durante los últimos meses, veo necesario cerrar un año marcado por un discurso excesivamente centrado en la transformación de todos los ámbitos y cómo revolucionará el futuro a marchas forzadas. El futuro ya es presente. Y el presente es ahora.
En este sentido y en lo que respecta al ámbito que nos ocupa, el 2021 plantea nuevas perspectivas con respecto al 2020 en el sector educativo, que veo interesante compartir aunque no las vayamos a ver reflejadas de manera inmediata.
Educación en valores sostenibles
Está claro que la pandemia ha servido para evidenciar la necesidad de una transición haca un mundo más sostenible. Prueba de ello son recientes los fondos económicos procedentes de Europa destinados a este cometido que se traducen en el impulso al desarrollo de energías limpias, descarbonización, movilidad sostenible…
Muy vinculado a esto, existe una cierta presión para construir una fuerza laboral educada y una ciudadanía informada que comprenda y apoye estos cambios. Lo cierto es que a día de hoy, existen lagunas tanto en materia de herramientas curriculares para apoyar este tipo de aprendizaje como en el espacio que se concede a estos conocimientos dentro del sistema educativo. Por tanto, creo que en el corto plazo veremos más recursos destinados a ayudar tanto a estudiantes como docentes a comprender los cambios que se avecinan para que puedan participar en la solución de nuestros desafíos más urgentes en lo referente a la sostenibilidad del entorno.
Un perfil de alumnado alejado del tradicional
Los estudiantes necesitan opciones de educación superior más rápidas, asequibles y flexibles que posibiliten su inserción en el mercado laboral de forma ágil. En este sentido, la Formación Profesional es la mejor opción para aquellos jóvenes que quieran comenzar su andadura profesional en el plazo de dos años e incluso antes. De hecho, las grandes compañías tecnológicas como Google o Amazon ya ofrecen programas de acreditación de corta durabilidad y en los próximos años se espera que incremente el número de empresas que formen parte de este sistema de cualificación profesional.
Igualmente, vamos a ser testigos de un nuevo perfil de alumnado que supera la edad tradicional de ingreso tanto en centros de FP como universidades. Esto incluye a aquellos trabajadores en activo que a pesar de estar en edad adulta, regresan al mundo académico para adquirir nuevas habilidades demandadas en su sector o adquirir una preparación superior para ascender profesionalmente.
En consecuencia, las instituciones educativas ampliarán su enfoque más allá de los estudiantes convencionales (de 18 a 21 años) y se centrarán en satisfacer las necesidades de un alumnado que se forma a lo largo de toda la vida.
Reeducación en el uso de la tecnología
Desarrollar la enseñanza online será una de las tareas pendientes en este nuevo año y los venideros y estará estrechamente relacionada con una reeducación en el uso de la tecnología. Desaprender esquemas tan interiorizados asociados a la formación online será uno de los grandes retos.
Hablamos de reeducar en la lectura y en el uso de los canales digitales, crear nuevas metodologías de aprendizaje y modelos de comunicación con el alumnado y sobre todo, garantizar que no buscamos recrear en una pantalla lo que hacemos en el aula presencial. En este sentido, también veo necesario comenzar a fomentar en los estudiantes aspectos clave como el pensamiento crítico o la capacidad de discernir el contenido de valor ante la gran variedad de fuentes de información disponibles hoy en día.
Educación del ‘adulto completo’
Los últimos cambios sociales a gran escala provocados por la pandemia han puesto el foco en la necesidad de profundizar en el desarrollo de un aprendizaje socioemocional basado en educar al estudiante en “su totalidad”, en lugar de prestar atención solo al contenido académico. Este aspecto busca preparar al alumnado para navegar tanto en tiempos inciertos como los que hemos vivido, como para lograr un progreso académico.
Por tanto, a medida que buscamos educar a este ‘adulto completo’, la formación en habilidades para la vida se vuelve más relevante. Una formación que brinde experiencias de aprendizaje que preparen a los estudiantes para lograr el éxito en todos los aspectos de su entorno social.
Educación para un mercado laboral sin precedentes
Si bien es cierto que la crisis sanitaria ha creado la tormenta perfecta de obstáculos para los estudiantes con la irrupción de su aprendizaje práctico, la menor oportunidad para establecer contactos y un mercado laboral paralizado en ciertos sectores, deberán confiar en la tecnología para superar esta brecha.
Para superar estas dificultades deberán apoyarse en sus habilidades digitales y participar tanto en ferias profesionales virtuales (numerosas durante los últimos meses) como en eventos de networking para establecer contactos que les ayudarán a navegar en un mercado laboral sin precedentes hasta la fecha.
Igualmente, veo preciso reorientar tanto a los jóvenes como a aquellos profesionales que han perdido sus empleos hacia aquellos sectores que tengan una recuperación más temprana. O incluso en aquellos ámbitos que han salido fortalecidos de la crisis como el tecnológico. Para ello, será deseable contar con la identificación adecuada de la fuerza laboral que pueda ser empleada por esos sectores.
En resumen, me gustaría abordar este nuevo año con el compromiso personal de dejar de reducir el mensaje al análisis de nuestro mundo post-COVID. Y aunque seguramente muchos continuarán en la misma línea monopolizando titulares, me parece necesario mirar hacia el futuro con nuevas perspectivas. Tratando de normalizar lo vivido y aceptando que la realidad no es otra que la que actualmente tenemos.