Ahora más que nunca, ‘Learning by doing’

by Zigor Maritxalar

Ahora más que nunca, ‘Learning by doing’

by Zigor Maritxalar

by Zigor Maritxalar

Tras varios años defendiendo esta filosofía, hoy más que nunca, defiendo su trascendencia. Es cierto que nos encontramos ante unas circunstancias excepcionales de tal envergadura que suponen todo un desafío para el conjunto de la sociedad. Pero precisamente una sociedad como la nuestra es capaz, no solo de sobreponerse a una crisis, sino además, de aprender y hacer de ella una oportunidad para responder y superar con éxito futuras adversidades. De éste u otro ámbito.

Ahora, la gran pregunta es: ¿cómo se gestiona dicho aprendizaje? Como os decía, esta perspectiva de ‘learning by doing’, el aprendizaje fruto de la acción, nos aportará el integrar habilidades que puedan llevarse a cabo de manera inconsciente.

Una oportunidad de aprendizaje inédita

En el plano educativo, el confinamiento al que el coronavirus ha sometido a casi 10 millones de estudiantes, empieza a concebirse, una vez asumidos los evidentes trastornos a los que ha sometido a la comunidad estudiantil, como una oportunidad. La oportunidad de inculcar a los alumnos un aprendizaje más activo al que están acostumbrados, que les impulse a salir de su zona de confort. Pero este método de aprendizaje también se traduce en una responsabilidad compartida por parte de todos los implicados en el proceso:

  • Por un lado, los propios centros educativos y escuelas tienen la obligación de adaptarse a las circunstancias actuales y demostrar que están a la altura. Son los tiempos que corren. Tiempos que exigen una digitalización, tanto tecnológica como de su personal. Provocando una mayor brecha entre aquellos que supieron interpretar el futuro y quienes se negaban a las evidencias. Sin duda, habrá quien habrá puesto en riesgo su devenir por falta de visión.
  • Por otro, los estudiantes tendrán que hacerse con los recursos necesarios y acondicionar sus hábitos de estudio. Debido a la situación provocada por el confinamiento y la falta de presencialidad que conlleva, habrán de mejorar su capacidad de gestión del tiempo, disciplina y autonomía. La clave para no perder el rumbo y finalizar con éxito el año académico pasará por conocer con detalle el itinerario formativo en su conjunto, tener un sistema sólido enfocado a la planificación diaria y contar con una comunidad digital de profesores y compañeros, entre otros aspectos.

Una aceleración forzosa hacia el futuro

Lo mismo ha ocurrido en un sinfín de sectores que aglutina el tejido empresarial de nuestro país. Ante un escenario complicado, muchos han tenido que reformular su negocio y reorientarlo.

Diría que no se trata de un cambio de paradigma, como muchos aseguran en busca de titulares de impacto. Sino de una aceleración, forzada fruto de la coyuntura, de elementos y procesos productivos de los que el mundo de hoy no había dejado de dar señales de imperiosa necesidad. Siendo, justamente ahora, cuando mayor evidencia ha cobrado al vernos obligados ha modificar radicalmente nuestro modo de vida y rutinas. Como si de un gran ensayo innovador se tratara.

Pues no se trata de realizar invenciones de última hora. En gran medida, esta transformación ha sido posible gracias a la potenciación de los medios tecnológicos y formas de trabajo altamente digitales con los que ya contábamos.

Una sociedad con voluntad de cambio

Pero no por todo esto somos ahora una sociedad distinta, ni tampoco nuestros valores han cambiado. Simplemente, hemos demostrado que somos capaces de adaptarnos a las exigencias del momento y lo estamos superando con éxito aprendiendo de la experiencia del día a día. Niñas y niños, adultos e incluso nuestros mayores.

A través del ensayo y error, lo que un departamento de innovación hubiera tardado décadas en desarrollar, ahora se ha logrado en apenas unas semanas. Empresas y profesionales han demostrado que esta doctrina, ‘learning by doing’, es eficaz y que ofrece garantías. Más aún cuando circunstancias tan excepcionales como las actuales así lo exigen.

Un ejemplo de ello son todas aquellas empresas e instituciones, de distintas áreas, que han comenzado a diseñar y producir aquello que sea necesario para frenar la propagación del coronavirus, pese a no estar especializadas en ello. Desde fabricantes de piezas para coches que ahora elaboran respiradores artificiales mediante impresión 3D, hasta la industria textil que cambia las prendas de temporada por batas y mascarillas.

¿Cómo, si no, pasamos de las meras intenciones a los hechos? Pues nada de esto sería posible sin la voluntad. La pujanza de todas estas personas que cuentan con el coraje e iniciativa imprescindible para pasar a la acción.

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