Son muchas las personas que en ciertas etapas de su trayectoria laboral se ven obligadas a reorientar su vida profesional, afrontando nuevos retos, buscando una primera experiencia o un reciclaje profesional en un momento donde la formación para el empleo es la alternativa más viable para descubrir sus potencialidades, tejer alianzas de valor o crear nuevas redes de contacto.
Y en un contexto como el actual marcado por la incertidumbre, la orientación laboral se constata como un elemento crucial que nos mantiene conectados con el futuro más próximo. De igual modo, la paralización forzosa de ciertos sectores de la actividad, ha conducido a la reflexión activa de muchos profesionales acerca de sus objetivos laborales y la consiguiente planificación de un nuevo rumbo profesional a corto plazo con el fin de ocupar las primeras posiciones cuando el mercado se reactive.
En este sentido, la orientación académica es el instrumento que permite abordar esas transiciones. Entre otros motivos, porque pone en valor las competencias, cualidades y capacidades de las personas para emprender dichos cambios. Así pues, hablamos de una labor de asesoramiento o guía que debe impactar en dos grupos de población:
- Por un lado, ofrecer a la juventud un amplio abanico de posibilidades profesionales atractivas y adaptadas al mundo cambiante actual, evitar el abandono escolar temprano e incrementar el interés por formarse.
- Por otro lado, orientar a aquellos profesionales en activo que necesitan o desean dar un giro de 180º a su ámbito laboral o adquirir nuevas competencias necesarias para su ámbito de trabajo.
Panorama actual de la orientación académica y profesional: principales desafíos
Veamos a continuación aquellos puntos de partida que evidencian la necesidad de abordar de forma más prioritaria esta labor de orientación y remarcan su valor en un contexto como el actual:
- El índice de abandono de una carrera universitaria en España una vez empezada es del 30%, según el estudio U-Ranking 2019, elaborado por la Fundación BBVA. Esta cifra es más del doble que en el resto de Europa.
- La UNESCO recomienda la figura de un orientador académico por cada 250 estudiantes. En el caso de España, esta cifra es casi cuatro veces la recomendada, con una ratio de un consejero por cada 1000 alumnos.
Estos datos reflejan la clara necesidad de una correcta orientación académica en una etapa tan crucial como la definición de su futuro profesional. Una orientación que incida en los siguientes aspectos:
- Poner en conocimiento aquellas profesiones que antes no existían, fundamentalmente por factores como la irrupción de las nuevas tecnologías o la aceleración del teletrabajo que vaticinan un panorama laboral diferente al que conocíamos.
- Buscar una empleabilidad dirigida y poner en valor el ámbito de la Formación Profesional como una respuesta a un mercado demanda cada vez más este tipo de titulaciones. En este sentido, las previsiones de futuro del mercado laboral realizadas por la agencia europea Cedefop, anticipan que para 2030 el 65% de las ofertas laborales serán para titulados de FP. No obstante, actualmente solo el 35% de los jóvenes españoles se decantan por este tipo formación en contraposición al excedente universitario.
- Asesorar sobre las nuevas competencias transversales que se piden en el ámbito de trabajo y orientar a los estudiantes en el desarrollo mayor de estas capacidades. Competencias relacionadas con la autogestión, la adaptabilidad al cambio, la toma de decisiones, gestión de crisis, creatividad…
Líneas de actuación en la orientación académica y profesional
Dado que venimos hablando de una necesidad de cambio y de adaptación ante las nuevas profesiones y paradigmas laborales, es evidente que la propia orientación también debe adaptarse a las circunstancias del momento. Para ello, veo oportuno incidir en siguientes líneas estratégicas a la hora de abordar una orientación eficiente:
- Asegurar la calidad en los servicios de orientación y profesionalizar a aquellos perfiles que realicen esta labor a través de la adquisición de competencias relacionadas con el conocimiento constante de los requerimientos del mercado laboral, la aparición de nuevas profesiones y titulaciones formativas…
- Asesorar en nuevas metodologías de enseñanza más activas como el aprendizaje a través de proyectos y la investigación orientada a la resolución de problemas que posteriormente encontrarán en el entorno laboral. Además, este tipo de técnicas propician el trabajo autónomo en los estudiantes y aumentan su grado de interés e implicación en el proceso formativo, logrando mejores resultados académicos y por consiguiente, reduciendo su tasa de abandono.
- Aumentar el número de profesionales de la orientación para ser capaces de abordar estos retos y dedicar más tiempo al trabajo de definición de intereses profesionales, habilidades, etc. desde edades tempranas.
- Promover emprendimiento desde etapas tempranas como una salida profesional que permita a los jóvenes poner en marcha iniciativas de negocio. Una alternativa profesional para aquellos perfiles creativos, con una iniciativa destacada o un talento específico, cuyo éxito residirá en aportar una visión innovadora a una determinada área y la generación de empleo en torno a esa idea.
- Orientar a los jóvenes con el fin de buscar una adecuación real y práctica entre aquellas áreas formativas que más interés despiertan en ellos y las titulaciones relacionadas que mejor pueden elevar su potencial de empleabilidad.
En definitiva, ahora más que nunca es necesario poner en valor el trabajo de la orientación, tanto educativa como laboral, como una herramienta indispensable en el descubrimiento de las competencias personales y profesionales que permitan a las personas poder competir en un mercado laboral tan cambiante y que requiere una gran capacidad de adaptación.